domingo, 19 de septiembre de 2010

El periodismo no es un deporte.

"Hacia falta tanta información para apagar tanta pasión"

Lo curioso de esta clase de periodismo es la invención de palabras.

Formas idiomáticas rebuscadas para describir un juego que ya posee un vocabulario específico. Jugadas, estrategias propias de cada juego ya han sido nombradas por sus creadores. ¿Qué quieren estos señores? La creatividad no pasa por ahí.Sus periodistas aparecen como traductores entre las intenciones del jugador y la recepción de las personas que lo consumen. Acciones que el televidente puede analizar perfectamente y más si practicado dicho deporte, aunque lo haya hecho en forma de hobbie.Algunos ejemplos:Se le adjudica a todo el equipo la cualidad de una sola persona cuando dicen: “Boca no encuentra el partido” o aquello de: “River está motivado”, o “la hinchada no acompaña”.No existe un sentir masivo. Hay once seres humanos realizando una actividad, todos diferentes, con contratos diferentes, que sienten cosas diferentes, que tienen necesidades distintas.En todo caso, el aficionado va a ver un espectáculo deportivo que hace más de veinte años carece de esa condición.Se utilizan palabras de otras ciencias para describir un shot en el fútbol:"Le pegó con la cara interna del pie derecho"." Cabeceó con el parietal izquierdo"."Se resintió el aductor al patear el balón"En estas expresiones el periodismo deportivo se convierte en diagnóstico médico, ¿quizá porque el periodista deportivo fue bochado en algunas materias y no le quedó otra opción que encarar ser relator o ser comentarista de fútbol?El sujeto futbolero empieza a adquirir un lenguaje de pronosticador o de kinesiólogo que no tiene nada que ver con el placer de pertenecer a una hinchada o ser aficionado.Al finalizar el partido realizan reportajes a los jugadores, a los D.T. y a algunos hinchas. Todo vale para buscar unos puntos más de rating. Preguntas que no tiene una décima de sentido común, que solo sirven para volver a revivir cosas que el hincha ya ha visto en el campo de juego. Respuestas de los actores que son dichas “en caliente” y que no le agregan ni le quitan nada a lo que ya ha culminado. Tanto las preguntas como las respuestas se pierden entre la cantidad de cosas ya dichas, carecen de un sentido específico. Se le pregunta los actores por su futuro, por su familia, se lo felicita si ese día es su cumpleaños o si ha sido padre, o si ha ido o si irá a almorzar con Mirtha Legrand; en fin todas ellas muy lejos de lo que es su especialidad: el fútbol.En el periodismo deportivo - salvo dos o tres excepciones – no se sabe preguntar y mucho menos cuando el periodista pertenece al circuito televisivo donde la imagen hace más impacto que cientos de palabras. El televidente no escucha, mira y en contadas oportunidades puede asociar la imagen a las palabras. Si a esto se le agregan los recortes que en plena emisión están dedicados a los sponsors, la confusión del consumidor es atroz. La pantalla se convierte en un folleto de propaganda. Algo similar al que aparece en ciertas temporadas en el interior de los periódicos.Además, las palabras emitidas por los periodistas deportivos también son slogans de venta, un agregado más que engrosa los ingresos de quien los tira al aire, que parece que ya no puede afrontar su economía personal con el sueldo mediático que ha pactado con la empresa.¿Qué aprende el que consume esta clase de periodismo? Excepto muy raras excepciones... muy poco.




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